sábado, 4 de enero de 2025

Buena economía para tiempos difíciles.

En su libro “Buena economía para tiempos difíciles. En busca de mejores soluciones a nuestros mayores problemas”, Esther Duflo y Abhijit V. Banerjee realizan una reflexión esperanzadora sobre la capacidad de la humanidad para superar los grandes retos de nuestro tiempo. Desde su experiencia gestionando programas en países en vías de desarrollo, señalan que las dificultades a las que se enfrentan los países ricos son impresionantemente parecidas, gente a la que el desarrollo económico deja atrás, desigualdad creciente, falta de fe en el gobierno y sociedades muy fragmentadas. La tarea de los científicos sociales debe ser proporcionar hechos e interpretaciones de hechos con la esperanza de que puedan ayudar a mediar entre las divisiones, a que cada bando entienda lo que dice el otro, y de ese modo llegar a un desacuerdo razonado, si no a un consenso. El respeto mutuo requiere cierta comprensión en una sociedad democrática basada en el pluralismo.


        Para ello realizan una propuesta de reformulación de las políticas sociales que devuelva la dignidad del ser humano a su lugar central, activando un profundo replanteamiento de las prioridades económicas y de la manera en que la sociedad cuida de sus miembros, sobre todo cuando lo necesitan. Nuestra reacción frente al otro está muy vinculada con la confianza en nosotros mismos. Por lo tanto, solamente una política social basada en el respeto por la dignidad del individuo puede contribuir a hacer que el ciudadano medio sea más abierto a ideas de tolerancia.

            En un mundo político en el que peligrosamente observamos que la racionalidad retrocede ante mensajes populistas carentes de rigor, si los economistas no intervienen en el debate de los asuntos públicos se corre el riesgo de que la ciencia económica se vuelva irrelevante. Mitos como la curva de Laffer sin fundamento empírico alguno deben ser desmentidos tajantemente. No, las bajadas de impuestos para los ricos no producen como efecto el crecimiento económico. Los problemas del crecimiento económico tienen que ver con la dificultad para asignar los recursos eficientemente, para que la productividad total de los factores que impulsan el PIB resulte óptima.

            Los gobiernos tiene que realizar un esfuerzo para restaurar la legitimidad del Estado social y democrático. Para ello es preciso explicar que existen, en parte, para solucionar problemas que ninguna otra institución puede abordar de manera realista, porque requieren actuar con una lógica basada en el interés general. Ahora bien, el primer paso para recuperar la confianza perdida es hacer buenas políticas, basadas en el conocimiento y la evidencia, y explicarlas a la ciudadanía. Buscar talento para gestionar programas que resulten políticamente viables. No se trata de gastar más sino de hacerlo eficaz y eficientemente.

            La buena economía por sí sola no traerá la salvación, pero sin ella estamos condenados a seguir cometiendo errores que no podemos permitirnos. La ignorancia, las intuiciones, la ideología y la inercia se combinan para aparentar darnos respuestas que pueden parecer plausibles, pero a menudo acaban resultando grandes promesas que producen monstruosas decepciones. El único recurso que tenemos contra las malas ideas, tal como proponen los autores del libro, es resistir a los seductores cantos de sirena de “lo obvio”, ser escépticos con los milagros que nos prometan, cuestionar las evidencias, ser pacientes con la complejidad y honestos acerca de lo que sabemos y de lo que podemos saber. Sin esa cautela vigilante, los debates sobre problemas complejos se quedan en relatos vacíos y memes, y el análisis de las políticas públicas se sustituye por recetas de charlatanes.

Concluyen con una reflexión política sobre el papel de los economistas: “la llamada a la acción no es solo para los economistas académicos; es para todos los que queremos un mundo mejor, más justo y más humano. La economía es demasiado importante como para dejársela a los economistas”.


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