La reciente publicación del libro de Jordi Sevilla “La España herida. Las 6 brechas sociales y cómo corregirlas”, supone una aportación muy necesaria para elevar la calidad y el nivel del debate público en torno a los problemas que afectan a la mayoría de la ciudadanía. Una lectura necesaria en tiempos de polarización política, que se alimenta de los conflictos sociales para tensionar las costuras de la convivencia y poner en peligro nuestra democracia. Las causas del malestar del que se alimentan los populismos iliberales aparecen identificadas en este libro, en un ejercicio analítico fundamentado en estudios, informes y datos rigurosos, que persigue la descripción de los problemas con el propósito constructivo de apuntar iniciativas y soluciones viables.
Supone por tanto, un ejercicio de conocimiento útil para sentar las bases de un debate racional para el diseño de políticas públicas, encaminadas a resolver problemas reales de nuestra sociedad, nuestra economía y nuestro sistema político. Estamos ante un cambio de ciclo impulsado por tres vectores: la ruptura de la cohesión social a consecuencia del avance de la desigualdad; una globalización excesiva, rápida, sin gobernanza ni contrapesos; las disrupciones provocadas por el cambio climático, los algoritmos y la computación. La consecuencia de estos fenómenos se traducen en el fraccionamiento de nuestras sociedades, la reducción de la utilidad de las políticas en el ámbito nacional y la aceleración de los cambios que provocan una sensación de vértigo e incertidumbre.
El autor identifica 6 brechas de esta España herida y polarizada:
Ricos / Pobres.
Mujeres / Hombres.
Jóvenes / Mayores.
Rural / Urbano.
Turbocapitalismo / Retrocapitalismo.
Analógico / Digital.
El incremento progresivo de la desigualdad entre ricos y pobres se ha convertido en un fenómeno estructural, que requiere de políticas públicas de redistribución puesto que el crecimiento económico no se traslada a los trabajadores, apareciendo el fenómeno social de personas atrapadas en la trampa de la pobreza con empleos precarios y de bajos salarios. Por otra parte, el ascensor social se muestra averiado desde hace tiempo, generando una enorme desconfianza entre los más vulnerables sobre las posibilidades de logra la movilidad social ascendente sobre la base del esfuerzo y el mérito.
La brecha de género existe y se manifiesta en una mayor precariedad del trabajo femenino, una terciarización considerable de los trabajos desempeñados por mujeres, así como la mayor participación de éstas en labores no remuneradas, fundamentalmente en la economía de los cuidados.
Los jóvenes son uno de los colectivos más castigados por las sucesivas crisis, lo que disminuye considerablemente sus expectativas de futuro. La inseguridad laboral de este colectivo, sumada a las dificultades para la emancipación residencial agudizada por el incremento progresivo del precio de la vivienda, tanto en propiedad como en alquiler, hacen muy difícil e incluso imposibilitan plantearse un proyecto familiar para la mayor parte de la juventud.
Los entornos rurales sufren un mayor envejecimiento de la población, así como la masculinización del territorio. La despoblación de las áreas rurales, la menor cuantía de las rentas de la población y la infradotación de servicios públicos en relación a los espacios urbanos, dificultan el desarrollo de la España vaciada.
En nuestra estructura económica conviven el turbocapitalismo, con compañías altamente digitalizadas, con gran presencia en los mercados internacionales y capacidad permanente de innovación, con el retrocapitalismo representado por pequeñas y medianas empresas, con menor intensidad tecnológica e innovadora, necesidad de protección frente al mundo exterior y menor aportación de valor añadido en la producción de bienes y servicios.
La última de las brechas descritas es la que separa lo analógico de lo digital, siendo un desafío mejorar las competencias TIC de trabajadores y población en general, en un mundo en continua revolución tecnológica que exige de una capacitación permanente sostenida en el tiempo.
En cada uno de los capítulos, Jordi Sevilla plantea posibles soluciones para dar respuesta a cada una de las brechas, haciendo un ejercicio propositivo encomiable y siempre con el afán de promover un debate racional en torno a los problemas que social, económica y políticamente debemos afrontar irremediablemente como país. Una lectura muy recomendable, para acometer sin prejuicios y con actitud crítica para un diálogo constructivo en torno al futuro de España.
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