jueves, 17 de agosto de 2023

AUDACIA Y LIDERAZGO PARA UNA ESPAÑA MEJOR

Las urnas han hablado y se ha constituido el Congreso de la XV Legislatura. Terminó otra edición más de la fiesta de la democracia. Ahora viene la tarea más dura y difícil, recoger y arreglar de nuevo la casa común para organizar la convivencia, a ser posible con una solución que dure al menos cuatro años. El Partido Popular ha ganado las elecciones, pero tiene una aritmética imposible a primera vista para poder formar gobierno, porque la compañía de la ultraderecha repele el acercamiento de las derechas nacionalistas. El PSOE ha dejado de ser la fuerza política más votada pero mantiene el liderazgo del bloque de la izquierda, sin embargo, articular una nueva mayoría de gobierno pasa por frecuentar unas amistades más peligrosas aún que las de la legislatura anterior con el prófugo de Waterloo como árbitro concluyente.

    El gobierno del PSOE ha gestionado razonablemente las crisis que hemos atravesado durante la legislatura, pero comparar su gestión con la etapa que le toco al PP de Mariano Rajoy es tramposo. Los contextos en el análisis de las políticas son muy importantes y una Unión Europea en la que las reglas fiscales se han relajado facilita mucho las cosas. Ha permitido una expansión del gasto público para proteger a los golpeados por la pandemia y la guerra, al tiempo que se financian proyectos para reactivar la economía. No obstante, la euforia sobre los resultados de la política económica es poco realista. Se han hecho cosas como el Ingreso Mínimo Vital, que son un ejemplo de una buena idea deficientemente implementada, muy por debajo en su cobertura de lo proyectado según los informes de la AIReF. Se han tomado medidas para aliviar los efectos de la inflación en los bolsillos, que son poco o nada distributivas porque no distinguían en función de la renta de los que se beneficiaban de ellas. Para muchas personas de clase media empobrecidas por la inflación, escuchar el mensaje de que ‘la economía va como una moto’ les resulta ofensivo por estar muy alejado de su realidad de altos precios de los alimentos y subidas en sus hipotecas.

    Mi intuición es que lo que ha movilizado el voto no ha sido la economía y las políticas sociales, sino la amenaza de VOX en el gobierno de España. Las bravuconadas de Abascal han movilizado el voto progresista haciendo crecer el apoyo al ‘sanchismo’, incluso entre muchos escépticos con su gestión política. Su entrada en algunos gobiernos autonómicos y municipales de la mano del PP convirtió la hipotética amenaza para las libertades en realidades tangibles. La censura a la cultura, la negación de la violencia contra las mujeres y el ataque a la libertades de las personas LGTBI, encendieron todas las alertas y llamaron a las urnas para frenar esta escalada de la derecha extrema. El efecto Juanma Moreno, con su mayoría absoluta del PP en Andalucía, intuyo que tiene mucho que ver con su capacidad para distanciarse a tiempo de la tropa de Abascal.

    Y mientras tanto nos enfrentamos a graves problemas sociales y económicos que precisan de grandes acuerdos para poder afrontarlos con éxito. Los desafíos del cambio climático, que afectan a nuestro bienestar y a nuestra economía; el reto demográfico, que precisa de políticas públicas que concilien la atención a una creciente población mayor y el apoyo a nuestros jóvenes para que puedan iniciar proyectos de vida compatibles con tener hijos; la productividad de nuestras empresas, que requiere inversiones en I+D+i y formación del capital humano en un contexto de una economía que cabalga a lomos de la digitalización; son sólo algunos ejemplos de lo que debería estar en el centro de debate público sobre las políticas. Y no nos hagamos trampas con discursos ideológicos, que pueden parecer muy progresistas pero ocultan cuestiones ineludibles. Hablar de seguir subiendo el salario mínimo o reducir la jornada laboral, sin abordar cómo mejorar la productividad de nuestras empresas para que salgan las cuentas, resulta tan realista como contemplar unicornios voladores ante una puesta de sol.

    Es necesario romper esta inercia de bloques ideológicos paralizante, este atrincheramiento que hace imposible un diálogo capaz de construir soluciones, de encontrar respuestas a nuestros problemas comunes. Ejemplos tenemos de esa capacidad española de llegar a consensos. Realidades como los tan mencionados Pactos de la Moncloa, nuestra Constitución de 1978 o el Pacto de Toledo sobre las pensiones. Pero no hace falta ir tan lejos, la concertación social ha permitido hacer reformas en nuestro mercado de trabajo con grandes acuerdos durante la acción de este gobierno. Los extremos condicionan nuestra convivencia porque los dos grandes partidos se distancian de la centralidad política, dejándose seducir por los cantos de sirena de la polarización. Salir de esta inercia es posible si se actúa con determinación desde el PSOE y el PP, sería un gesto de audacia y liderazgo que agradeceríamos muchos ciudadanos que deseamos verlos trabajar juntos por una España mejor.

(La fotografía es del cuadro "El Abrazo" de Juan Genovés).



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