Mis últimas lecturas sobre las políticas públicas de Renta Básica han sido dos libros de Daniel Raventós que considero fundamentales para situar el estado de la cuestión en el momento actual. El primero tiene como título “Renta básica incondicional. Una propuesta de financiación racional y justa”, escrito en colaboración con Jordi Arcarons y Lluís Torrens, y el segundo es “La Renta Básica. ¿Por qué y para qué?”
En el primer libro, se aborda un elemento sustancial en orden a considerar la viabilidad de una renta básica universal como derecho de ciudadanía, la sostenibilidad de su financiación. Los buenos propósitos no resultan suficientes para convertir una idea justa en una política pública que resuelva problemas reales que afectan a la ciudadanía. La introducción en la agenda pública del debate sobre las políticas de ingresos garantizados requiere una sólida fundamentación práctica que muestre su posibilidad de implementación.
La metodología empleada tiene como punto de partida el análisis de la fiscalidad en el IRPF, en el que se observa una regresividad en numerosas reducciones sobre la base imponible, lo que también ocurre con algunas de las deducciones contempladas en el impuesto. Estos factores limitan la progresividad que sería deseable en un impuesto sobre la renta, reduciendo su efecto redistributivo. Se propone una reforma fiscal que aumente la progresividad del impuesto, haciendo que se incremente su impacto en la reducción de la desigualdad aumentando su impacto redistributivo de ingresos.
Una de las fuentes de financiación de la Renta Básica se encuentra en el ahorro que supondría, tomando en cuenta las prestaciones monetarias actuales a las que sustituiría con su puesta en marcha. También hay que cuantificar como ahorro los efectos positivos en la población destinataria de estas políticas de ingresos garantizados, en la medida en que mejora su salud, su capacidad de formación, su inserción social, con la consiguiente reducción de demanda de algunos servicios públicos para su atención.
El estudio llega a la conclusión de que con la reforma del IRPF propuesta, la inmensa mayoría de la ciudadanía resultaría beneficiada en sus ingresos netos resultantes. En definitiva, aportan elementos suficientes para un debate racional y riguroso sobre la posibilidad de la Renta Básica universal en España, no solamente por razones normativas y de justicia, sino por los argumentos de carácter técnico que defienden su viabilidad económica.
El segundo libro es un ensayo en solitario de Daniel Raventós sobre la Renta Básica en el que aborda los aspectos ético-normativos sustentados en las teorías de la justicia y el republicanismo-socialista, así como un análisis de los posicionamientos de los agentes políticos y sociales sobre la cuestión, junto con dos interesantes reflexiones sobre su impacto positivo en la cuestión de la salud mental y el empleo en sus diferentes variedades.
Parte de la fundamentación filosófica de la Renta Básica como instrumento para hacer realidad el ideal de libertad republicana. La garantía de ingresos es una potente herramienta de emancipación del ser humano, de no dependencia de nadie para la subsistencia, de garantía para la no dominación por el otro. La cuestión de la financiación es prácticamente una referencia continua al libro anterior, que supone sin duda el trabajo más riguroso realizado hasta la fecha sobre su viabilidad económica. Cuando analiza los apoyos estas políticas desde la izquierda y la derecha, identifica puntos de conexión y aspectos de diferenciación, sobre todo en relación al modo de financiarla, las medidas de política económica que deberían acompañarlas, el papel del Estado más allá de su regulación, así como otras medidas de políticas sociales que deberían reforzarlas o no. Sin embargo, es un buen punto de partida encontrar elementos de interés en el debate público en todo el espectro político y social sobre la Renta Básica.
Sin duda, el capítulo más innovador e interesante a mi juicio es el dedicado al impacto de una política de ingresos garantizados en relación con la salud mental de la ciudadanía. La falta de seguridad y confianza en el futuro tiene unos efectos psicológicos y cognitivos devastadores. Romper el círculo vicioso de causalidad entre mercado laboral, desempleo y precarización, pobreza y salud mental, supone un desafío al que la Renta Básica puede dar una respuesta decisiva. Su impacto psicológico sería contundente, aumentando la autonomía vital y la confianza, incrementando la seguridad y la esperanza en el futuro, favoreciendo las relaciones sociales y la participación, dando sentido y significado a la vida, aumentando la cohesión social desde el sentimiento de formar parte de la comunidad.
Por lo que respecta al trabajo, tendría un impacto muy positivo en el desarrollo de tareas no instrumentales de alto impacto en la mejora de vida de la comunidad, tales como el trabajo voluntario y los cuidados de las personas dependientes. Otros efectos positivos serían el de aumentar la capacidad de negociación de los trabajadores para no aceptar trabajos en condiciones degradantes, el de poder elegir trabajos a tiempo parcial compatibles con dedicar tiempo a la formación o a los cuidados en el ámbito familiar, así como el desarrollo de proyectos vitales que requieren tiempo para poder dar un rendimiento económico. Garantizar un ingreso mínimo para subsistir resulta además una estrategia útil para afrontar los desafíos de la robotización de los procesos productivos y de la transición energética necesaria para afrontar los efectos del cambio climático. Sin duda habrá transitoriamente colectivos perdedores con estos cambios, pero en nuestra mano está establecer mecanismos que hagan asumible el tránsito proporcionándoles seguridad.
En definitiva, se trata de dos lecturas muy recomendables que aportan elementos para un debate de calidad sobre la posibilidad de la Renta Básica como respuesta a los cambios sociales, productivos y climáticos de nuestro tiempo.
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