lunes, 11 de julio de 2022

MISIÓN ECONOMÍA

En su libro “Misión economía. Una guía para cambiar el capitalismo”, la economista Mariana Mazzucato toma como ejemplo la movilización que supuso el proyecto espacial de la Misión Apolo, para plantear la posibilidad de aplicar este modo de gestión de proyectos a los problemas de nuestro tiempo, con la misma imaginación, espíritu, audacia y medios que consiguieron llevar al hombre a la luna.


        Desde luego, el planteamiento es muy inspirador al tiempo que desafiante. La autora plantea la tesis de que las respuestas a los problemas de la humanidad, dependen más de nuestra capacidad para la organización de la economía acorde con los fines que nos propongamos, que de la cantidad de dinero que pongamos en ello.

      Se trataría de dotar al Estado de la competencia necesaria para actuar, teniendo en cuenta los resultados que puede provocar nuestra acción pública, incluidos los resultados indirectos y los diferentes impactos en el conjunto de la economía. Una acción orientada por misiones requiere la colaboración con el sector privado, planteando objetivos compartidos ambiciosos, inspiradores, catalizadores de la innovación, siendo capaces de imaginar un futuro mejor y organizando las inversiones públicas y privadas para lograrlo.

     La creación de valor público supone una acción en el conjunto de la economía que se mueve en la predistribución ex ante, complementaria de la función redistributiva del Estado como parte de la política económica. Es posible reimaginar la economía y el futuro de nuestras sociedades, con proyectos orientados al crecimiento inclusivo y sostenible, que generen riqueza bien distribuida en el conjunto de la sociedad. Para ello es preciso abrir la acción política a la participación, para sumar esfuerzos y multiplicar resultados, empezando por la esperanzadora iniciativa de repensar el futuro juntos.

     Para esta transformación de las políticas económicas son precisos gobiernos dotados de competencias dinámicas consistentes en la capacidad de definición de rutas y direcciones estratégicas de la acción pública, organizaciones eficientes orientadas a conseguir resultados, evaluación permanente durante todos los procesos desde el diseño hasta la ejecución final de los proyectos, así como la audacia de compartir riesgos y recompensas con el sector privado a lo largo del camino.

    En definitiva, una lectura muy recomendable que anima a plantearnos un nuevo énfasis en la experiencia y en el espacio público como un espacio en el que sentirse seguro aun estando en desacuerdo, imaginando juntos otro mundo y estando dispuestos a luchar por él.

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