El
análisis de Jordi Sevilla en Agenda Pública en "Balance del
sanchismo y el futuro de España" plantea interrogantes
fundamentales sobre la trayectoria del PSOE bajo el liderazgo de
Pedro Sánchez. Más allá de las consideraciones partidistas, la
crítica de Sevilla —exministro socialista y figura histórica del
partido— revela una preocupación profunda sobre el abandono de los
principios socialdemócratas y su sustitución por una estrategia
populista que, según argumenta, debilita tanto al partido socialista
como a las instituciones democráticas españolas.
La
crítica más severa se centra en la metamorfosis organizativa del
PSOE bajo el sanchismo. La descripción que hace del "diseño de
un partido a su medida, excluyendo a críticos; ahogando a los
organismos internos de control" apunta hacia lo que denomina un
modelo "cesarista" incompatible con la tradición
democrática socialista.
Esta
transformación no es meramente procedimental. Sevilla documenta cómo
Sánchez ha implementado un sistema de lealtades absolutas que él
compara con "rememoranzas del estalinismo comunista, por la
afición a castigar al disidente". La exigencia de un
"seguidismo" acrítico ante cambios drásticos de posición
—como la amnistía o el cupo catalán— revela una concepción de
la política donde el fin justifica cualquier medio, principio que
identifica como fundamentalmente antidemocrático.
El
análisis de Sevilla destaca cómo el sanchismo representa una
ruptura con los valores socialdemócratas. La socialdemocracia, según
su argumentación, concibe la política como "el conjunto de
acciones conducentes a realizar reformas y medidas necesarias para
fortalecer la democracia y transformar la sociedad", mientras
que el populismo la reduce a "todo lo que es necesario hacer
para alcanzar el Gobierno y permanecer en él". Bajo el mandato
de Sánchez, el PSOE ha adoptado los "principios del populismo
podemita": la confrontación permanente, la búsqueda de
culpables en lugar de soluciones, y la inexistencia de un interés
general que trascienda las luchas partidistas.
Una
de las acusaciones más contundentes es que el modelo sanchista
contribuye al deterioro del Estado de derecho, tanto por acciones
directas que deterioran instituciones clave de la democracia, sino
por su contribución al clima de crispación y polarización. El
"hacer de la necesidad virtud" —principio que Sevilla
atribuye a Sánchez— genera una dinámica donde las instituciones
se subordinan a las necesidades tácticas del momento.
La
amnistía catalana ejemplifica este fenómeno. Sevilla señala que no
fue "una decisión de 'gracia' pactada con el PP" sino una
imposición de las circunstancias parlamentarias que contradice
frontalmente posiciones previamente defendidas. Esta inconsistencia
no solo daña la credibilidad presidencial, sino que establece un
precedente peligroso donde los principios constitucionales quedan
subordinados a las necesidades de supervivencia política.
El
análisis de Sevilla revela cómo el sanchismo ha contribuido a la
degradación del debate público español. Al adoptar la lógica
populista de confrontación permanente, el Gobierno ha alimentado un
ciclo de crispación que impide los "acuerdos de Estado"
necesarios para abordar problemas estructurales como la corrupción,
la vivienda o el modelo productivo.
Esta
dinámica es especialmente preocupante porque "los problemas de
ciclo largo se quedan sin resolver por falta de acuerdos". La
incapacidad para generar consensos básicos —desde la financiación
autonómica hasta la lucha contra la corrupción— revela un sistema
político disfuncional donde la táctica electoral prevalece sobre la
responsabilidad gubernativa.
Uno
de los aspectos más reveladores del análisis de Sevilla es su
documentación del fracaso socialdemócrata del sanchismo en términos
de resultados sociales. A pesar del crecimiento económico y del
récord de empleo, España mantiene tasas de pobreza infantil (34,6%)
y desigualdad que la sitúan en la cola europea.
Esta
paradoja —crecimiento sin redistribución efectiva— ilustra las
limitaciones de un populismo que prioriza los gestos mediáticos
sobre las reformas estructurales. Como observa, "la pobreza no
ha sido una prioridad" ni "mejorar la capacidad
redistributiva del Estado", lo que contradice los objetivos
históricos de la socialdemocracia. El
ascensor
social
está averiado.
Particularmente
significativo es el análisis sobre la perpetuación de las
desigualdades intergeneracionales. Los datos que cita —el 74% de
los multimillonarios españoles heredan su fortuna, seis de cada diez
niños pobres perpetúan esa condición— revelan una sociedad que
se desliza hacia lo que denomina "neofeudal".
Esta
realidad contrasta dramáticamente con los objetivos históricos de
la socialdemocracia de democratizar las oportunidades y fortalecer la
movilidad social. El hecho de que esto ocurra bajo un gobierno que se
reivindica como progresista evidencia las limitaciones del populismo
para abordar las causas estructurales de la desigualdad.
La
Alternativa Democrática: Hacia un Nuevo Pacto Constituyente.
La
Necesidad de Regeneración Institucional.
Sevilla
concluye su análisis con una propuesta ambiciosa: un "pacto por
la libertad y la democracia" que supere la división
izquierda-derecha para centrarse en la distinción fundamental entre
demócratas y populistas. Esta propuesta reconoce que el desafío
actual trasciende las categorías tradicionales del debate político
español.
El
diagnóstico es que tanto PSOE como PP han sido "absorbidos por
prácticas y políticas populistas que los han desdibujado como
partidos democráticos". La solución requiere, por tanto, una
refundación democrática que recupere los principios del
constitucionalismo liberal y la socialdemocracia europea.
Los
Elementos del Nuevo Consenso.
Sus
propuestas específicas incluyen la reforma del Estado autonómico,
la modernización de las administraciones públicas, y la
implementación de políticas estructurales para abordar la pobreza
infantil y la crisis de la vivienda. Pero el elemento central es
cultural: la recuperación del "diálogo razonado entre
diferentes" y el abandono de la lógica de confrontación
permanente. Esta propuesta es especialmente relevante en el contexto
europeo actual, donde el populismo autoritario amenaza los
fundamentos del proyecto democrático occidental. La experiencia
española, debe servir como advertencia sobre los peligros de
normalizar las prácticas populistas en democracias consolidadas.
Conclusión,
el coste democrático del sanchismo es inasumible.
El
análisis de Jordi Sevilla trasciende la crítica partidista para
plantear cuestiones fundamentales sobre el estado de la democracia
española. Su argumento central —que el sanchismo representa un
abandono de los principios socialdemócratas en favor de un populismo
que debilita las instituciones democráticas— merece consideración
seria independientemente de las preferencias electorales.
La
evidencia que presenta sobre la transformación autoritaria del PSOE,
el deterioro del debate público, y la persistencia de las
desigualdades sociales sugiere que el experimento populista ha tenido
costes significativos para la calidad democrática española. Más
preocupante aún es su argumento de que esta dinámica alimenta un
ciclo de polarización que beneficia tanto al populismo de izquierda
como al de derecha.
La
propuesta de Sevilla de un "proceso reconstituyente" que
priorice la división entre demócratas y populistas sobre las
tradicionales categorías ideológicas puede parecer utópica, pero
refleja una comprensión sofisticada de los desafíos que enfrentan
las democracias liberales en el siglo XXI. En un momento donde el
autoritarismo avanza globalmente, la defensa de los principios
democráticos básicos —el diálogo, el consenso, la moderación—
adquiere una urgencia que trasciende las luchas partidistas
tradicionales.
El
legado del sanchismo será medido no solo por sus logros económicos
o electorales, sino por su contribución al fortalecimiento o
debilitamiento de la cultura democrática española. Y en este
balance, la evaluación de Sevilla sugiere que el coste ha sido
demasiado alto, tanto para el PSOE como para la democracia española
en su conjunto.